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La puesta en escena de la duda existencial: Máquina Hamlet

Publicado: 2012-02-18

Dir. por Guillermo Castrillón

Toda puesta en escena preserva el vínculo geográfico-cultural; ya que al compartir el mismo espacio y estar situados en el mismo territorio, estamos ante una manifestación cultural viva y única; que dialoga con los espectadores y con su tiempo. Así, la poiesis que se crea dentro de ese espacio de convivencia se remite a la fabricación de significados y metáforas “otros”, con reglas propias en el mundo representado. Máquina Hamlet -texto original del alemán Heiner Müller- es llevado a escena bajo la dirección de Guillermo Castrillón; y con las actuaciones de Sergio Cano, Luciana Flores y Katherina Sánchez, actores egresados de Aranwa.

El proceso de montaje de la perfomance –se menciona en la web de Aranwa- ha pasado por una indagación propia de cada actor, quienes explorando sus roles han descubierto aspectos íntimos y contextuales, que han incorporado a la puesta. En este sentido, y dada también la complejidad del texto de Muller, no estamos ante una escenificación que se remita a la simple representación, sino una que exige un espectador atento y consciente, que se adapte al ritmo y al “caos ordenador” de la obra misma, que vaya creando significado así como la puesta crea significados ante nosotros.

La obra de Muller es una puesta en deconstrucción del Hamlet de Shakespeare, que cuestiona lo racional y resalta aspectos caóticos de la condición humana. Si bien Castrillón se ha tomado la libertad de adaptar el texto –que no implica una pérdida de fidelidad al original- se trata, en su mayoría, de cambios acertados. Sergio Cano nos ofrece una plausible interpretación de Hamlet; intenso y efectivo, que transmite pasiones que lo desbordan. Las dos actrices que encarnan dos caras de lo femenino (dos Ofelias) nos presentan interpretaciones aceptables, sin embargo cabe señalar que hay aspectos por pulir, como los tonos de voz y la interpretación, que por momentos pudo parecer vacía; sobre todo por parte de Luciana Flores. Como espectadores, confiamos en que los defectos que puede presentar un trabajo actoral de egresados de un ciclo de actuación serán corregidos y  permitan el crecimiento de estos intérpretes.

Gran acierto el juego de luz y sombra que hizo más intensas y bellas las escenas; así como el empleo de la música que acompañó algunas de ellas y el uso de los diversos elementos escénicos (mesas, sillas, etc). Acertada también el monólogo de cierre, que da cuenta del hacer del tatro mismo. Empero, consideramos que la escena introductoria –el diálogo entre las dos mujeres- fue un desacierto que no se adaptaba a la poética general que se nos ofreció después. Nos pareció una escena prescindible, que más que añadir a la puesta, le restaba fuerza e intencionalidad.

Cuando estamos ante un acontecimiento teatral, no solo espectamos una obra, sino que estamos ante un grupo de seres humanos (actores); quien la compone, y quien la dirige. En el montaje de Castrillón estamos ante el hacer y el resultado del mismo, que revelan el trabajo de los actores y de dirección. Si bien hay aspectos por mejorar en lo respectivo a las actuaciones, Máquina Hamlet se alza como una puesta interesante y acertada; lírica y con bellas imágenes.


Escrito por

Gabriela Javier Caballero

Estudiante de Literatura de la Universidad Nacional de San Marcos; ha llevado un taller de crítica teatral con Sara Joffré y el seminario \"Análisis del trabajo del actor\", dictado por el argentino Jorge Dubatti. Interesada en la crítica y en la investigación


Publicado en

El teatro sabe

teatro, espectáculo, cultura