Las marcas ineludibles de la carne y de la sangre
Dramaturgia: Claudia Sacha
Dirección: Kathy Serrano
¿Cuán determinante es en la formación del carácter la herencia genética, “de sangre”? Esta cuestión es uno de los intensos conflictos que pone en escena “Carne y sangre”. Cuatro hermanos reunidos en la sala de la antigua casa familiar después de la muerte del padre; entre ellos Rosa (Jackelyn Vásquez), medio hermana que recién conocerán ese día y tenida como una “intrusa” en ese momento que las hermanas mayores (Cecilia Rechkemmer y Clemen Morales) consideran muy íntimo e incluso restrictivo a la “verdadera familia”. Durante esa noche los cuatro deberán repartir la herencia que el padre les ha dejado, situación que intentarán resolver a la brevedad; sin embargo, el reparto se hará cada vez más intrincado pues cada parte de la herencia no puede ser tomada individualmente, sino que los liga aún más entre sí. Y eso es justamente lo que quieren evitar.
El lúgubre ambiente de la casa -la escenografía- coloca al espectador en ámbito de tensión que se traduce en todos los aspectos de la puesta: la iluminación, la música y el trabajo actoral. Cada aspecto se engrana con los demás para poner ante nuestros ojos un montaje sólido y muy bien logrado, que revela no solo un texto más que interesante -con personajes cuya profundidad psicológica es notable-, sino también un efectivo trabajo de dirección. A todo esto se le añade el trabajo de los actores, que logran picos de tensión muy expresivos e impactantes a la vez. Somos testigos, entonces, de cómo estos caracteres van develando lo peor de sí y de cómo la inocente Rosa se va transformando para poder lidiar con las pretensiones de sus hermanos. Es así que las taras emocionales, los conflictos, el ánimo de venganza y el pasado -que ha sido determinante para dar como producto final esas personalidades- salen a la luz y se mezclan para enfrentar a unos contra los otros.
¿Será que la “maldad” que estos cuatro hermanos llevan en sí ha sido determinada por la herencia “de sangre”?, ¿son las condiciones y experiencias de vida los han hecho así?, o ¿son “la casa” y esa omnipresencia del padre que todo lo pervierten? La obra que viene presentando Sacha en el Teatro Racional es un montaje que nos acerca a lo humano e inhumano y sobre todo, a esas conflictivas relaciones de familia que parecen estar signadas por la marca de la sangre y de la carne.